Dicen los que se rigen por los signos del zodíaco, que los que nacen a principios del mes de junio llevan el signo de Géminis. Para sorpresa de los incrédulos, como yo, las características del signo mentado, se asocian con ciertos rasgos personales. Esta dualidad la llevo aunque no sea creyente zodiacal.
Voy por la vida como un Dr. Jekyll que toma los asuntos con calma y medita sus acciones. Circunspecto, melancólico, apacible, son estados de ánimo que me acompañan. Pero Mr Hyde irrumpe en mi vida ocasionando irritación, molestia e incluso dolor a quienes me rodean. En momentos así, quienes me rodean se sorprenden de mis enojos pues el Dr. Jekyll predomina en mi imagen ante los demás. Y luego me dicen que no me enoje, que me calme y eso, como saben ¡me enoja más! El bochorno y la vergüenza que siguen a mis arrebatos son indescriptibles.
Hace unos pocos años, me liberé de la esclavitud del horario de oficina y el Dr. Jekyll que llevó en mi, tomó posesión de mis actos y con ellos llegué a este puerto de Veracruz. La vida en provincia, con su ritmo tranquilo y actividades más reposadas, intelectuales, más que físicas, originaron un estado de tranquilidad, solo sacudido por los avatares propios de la vida. Sin embargo, descubro sorprendido, que Mr Hyde toca, otra vez, a mi puerta. No le abro, por supuesto, pero poco a poco se posesiona de mi ánimo, como en aquel excelente relato de los gemelos del escritor español Miguel Sanfeliu. Ahora me enojo más seguido y por más asuntos. A saber:
Me enoja el narcotráfico y la delincuencia que azota mi país, la pobreza y las muertes en ese bello continente africano, del cual todos descendemos, o la estupidez de los políticos gobernantes, opositores o de comparsa que se enseñorean por acá, me enojan las bandas terroristas que se ensañan con sus víctimas, o la ingerencia yanqui en países lejanos a sus fronteras, la pobre calidad de la prensa mexicana o el azote de la pedofilia.
Pero también me molestan asuntos más ligeros: los nueve puntos del Real Madrid al Barcelona, la pobre cartelera cinematográfica y de librerías en este puerto, me enoja el alcalde de la ciudad de México con su playa y pista de hielo en el zócalo, los automovilistas en este puerto, que por lo visto no les han enseñado a manejar o los “nortes” que se suceden por estas fechas, la baja calidad de los servicios, el ruido de televisores y música en restaurantes y cafeterías y ¡ me enoja que me enojen tantas cosas!
A este paso llevo camino de ser un viejo gruñón en poco tiempo, tanto como Dr. Jekyll o Mr. Hyde. Pero ya no estoy enojado, ya regresa el calor y me voy a la playa a ver el mar.