16 jun 2008

EL PADRE PERFECTO

Desde hace 30 años me dedico al oficio de ser padre, cualquiera diría que con semejante experiencia uno sabe como llevar a cabo esa tarea. No es así. Dicen que no hay escuela para aprender a ser padre, que todos aprendemos sobre la marcha y con la llegada de más hijos.
Pero aquí no hablamos de producir artículos o aprender carpintería, orfebrería o algún oficio manual, hablamos de personas cuyos aciertos y errores en su educación pueden marcarlos de por vida. Los padres decimos que hacemos nuestro trabajo lo mejor que podemos ¿Será esto suficiente? me pregunto. Los hijos generalmente dicen que no.
He sido hijo y ahora soy padre, he estado en ambos lados de la situación, y uno sabe que cuando juzgamos, criticamos o evaluamos a nuestros padres, un día los hijos harán lo mismo con nosotros. Mis padres tuvieron ocho hijos, cuatro varones y cuatro mujeres ¿Cómo se las arreglaron para educarnos? Todos somos hombres y mujeres de bien. Yo tengo una hija y aún me pregunto ¿Cómo me las arreglo? Es inevitable que los hijos más tarde o temprano revisemos la labor del padre, yo lo hice, y ahora, seguramente mi hija hace lo mismo.
Con la reciente celebración, más un asunto comercial que otra cosa, del día del padre, me puse a repasar mis treinta años en el oficio y encuentro aciertos y errores. Más de unos que otros y es ahí donde mi hija tiene la última palabra al respecto. Espero haber acertado en esos momentos que fueron importantes para ella, la palabra justa en el momento oportuno, la caricia en el instante deseado y la presencia de apoyo en aquellas situaciones necesarias.
De los diferentes oficios, si podemos llamarlos así, de amigo, hermano, esposo, hijo o padre, el oficio de ser padre es el que deja una huella profunda en mi ser. Nada se compara con ejercerlo.
Aún recuerdo cuando en plena madrugada me levantaba a ver si la pequeña bebé en la cuna seguía respirando, y me quedaba un rato en silencio maravillado y temeroso a la vez, de haber participado de semejante milagro. También estuve presente en las noches de alta temperatura, los juegos con sus muñecas, la lectura de cuentos al dormir y las salidas al parque, pero estuve ausente en la guardería, en las largas horas del trabajo y no estar presente en la adolescencia y en el complejo instante de crecer. Y en las noches de angustia y soledad.
De esos momentos a la fecha, han pasado muchos años, y hoy, con un mejor aprendizaje del oficio, consciente de mis errores y aciertos, tan solo aspiro a una sonrisa en el rostro de ella cuando viene hacia mi. Por ello me esfuerzo en ser el mejor padre para mi hija. El padre perfecto que nunca seré.

8 comentarios:

  1. Me identifico contigo en todo y
    por todo, hasta en el tiempo que llevamos de ser padres,solo que yo he sido y soy madre de dos hijos (hijo e hija). Es dificil y a veces tuve que decirles que nadie me había enseñado, que yo apredía a la vez que ellos lo hacían a ser hijos. Es dificil como te decía pero también muy reconfortante, ya cuando los ves con su vida encaminada le das gracias a Dios y a la vida de que todo sea de esta menera.
    Besicos

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  2. Nuestra generación comparte muchas cosas por lo visto. Y ahora me doy cuenta que también los hijos deben aprender a serlo. Tienes razón. Saludos de fiesta.

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  3. Cuando fui a la presentación de tu libro, recuerdo que al llegar tu hija, tú le aventaste un beso con todo el amor y sin importar que estuvieras en el presídium y con tanto público. Yo vi a tu hija como te devolvió el cariño.

    Son pocos los padres que externan sus sentimientos y tú formas parte de esa minoría. Cuánto desearía que muchos padres fueran como tú, demostrando el amor en palabras y hechos.

    No hace falta que seas perfecto. El amor lo cubre todo.

    Seguirás siendo bendición para tu hija y ella para ti.

    Un abrazo.

    G

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  4. Querida G; Una sonrisa de mi hija es como una bendición para mi.
    Siempre trato de mistrarle mis sentimientos, es cierto.
    Gracias por tus palabras.

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  5. Tu humildad, tu bondad brillan con luz propia. Imagino que tienes que ser un buen padre. Un saludo.

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  6. Francisco:
    duro oficio este de ser padre, pero muy satisfactorio. Y cuando te das cuenta de que apenas das la talla, solo que te queda ser humilde. Saludos

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  7. Un bello texto. También me identifico. Pienso que también tuve mucho errores, que quizá debí hacer las cosas de otra manera... No sé... Me pregunto cómo me verán ellos, si me echaron en falta alguna vez.
    Un abrazo.

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  8. MIguel: no queda sino esperar haber ejercido el oficio de la mejor manera posible. Ya ellos dirán.

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