20 dic 2007

SLOWHAND Y LAYLA



El rock and roll tiene muchas historias de sus personajes más famosos y en algunas ocasiones de otros no tanto. Acabo de leer uno tras otro, las autobiografías de Eric Clapton y Pattie Boyd, músico y musa del panorama musical que se inicia en la decada de los años sesenta. Pattie Boyd viene de una familia disfuncional, con padre que los abandona, infancia en kenia y nuevo padre que se ocupa solo de sus propios hijos. Se las ingenia sin embargo para iniciar una carrera como modelo en el Londres de aquella época, en donde acude a un casting, que resulta en un papel de la película La noche de un día difícil de los Beatles, nada menos. Ahí George Harrison la conoce y de inmediato le pide se case con él, ella lo rechaza y después de pensarlo mejor, despide a su novio actual e inicia su relación con el guitarrista. Ello le permite conocer a los músicos mas influyentes de la escena musical de Inglaterra en esa época, como Mick Jagger,Ron Wood, Jeff Beck y a los demás Beatles, así como de las artes en general y del mundo del modelaje. Harrison compone para ella la canción Something, una de sus más logradas, sin duda alguna. Y por supuesto tiene ocasión de conocer a Eric Clapton, que pronto desarrolla una atracción hacia la esposa de su amigo Harrison.


Pattie Boyd describe sus andanzas por el mundo con Harrison y los Beatles en donde el alcohol, las drogas y las relaciones sexuales están a la orden del día. La imagen de modosito de Harrison contrasta con las andanzas sexuales a espaldas de su mujer quien tenía que soportar a las admiradoras que llegaban a las puertas mismas de su casa buscando a su marido, quien simplemente les abría la puerta, para después pedirle a su mujer que se subiera a las habitaciones superiores para que él pudiera "conversar" con ellas.


Con Eric Clapton visitando la casa de su amigo, las oportunidades de cortejarla no faltaron. Una noche de fiesta Clapton le revela a su amigo que está enamorado de su mujer, como buenos ingleses continúan su relación amistosa y años más tarde Pattie Boyd, dejará a George Harrison para irse a vivir con Clapton. El resultado es la canción Layla, éxito singular de Clapton y de algunas otras como Wonderful Tonight. Pero la historia de la modelo convertida en musa de dos de los más influyentes figuras del rock, no tendría un final feliz.

Eric Clapton viene de otra familia disfuncional y pobre, que a la edad de nueve años descubre que es el hijo ilegítimo de una mujer que pensaba era su tía. Los abuelos del niño habían adoptado el papel de padres y de pronto tiene que enfrentarse a una madre que le aconseja seguir diciendo papás a sus abuelos. Este rechazo marca de por vida a Clapton que avizora su comportamiento con las mujeres de su vida y su timidez. A su padre nunca lo conoce y cuando, años más tarde, un periodista en Toronto busca localizarlo, le informan que ese hombre ya murió. A muy temprana edad su abuela le compra una guitarra y de manera autodidacta comienza a tocar los éxitos de la época. Su participación con el grupo Yardbirds, le abre las puertas de la fama, aunque pronto los deja por diferencias musicales. Clapton quería tocar Blues y el grupo quería aprovechar el reciente éxito en la película Blow up. Su llegada al grupo de John Mayall será importante para que inicie la fama que llevó al graffiti famoso en las calles de Londres; Clapton is God y asimismo le apodan slowhand, por su manera de tocar.

Desde sus inicios en el mundo de la música, se embarca en una travesía de excesos de sexo, alcohol y drogas que lo acompañarán durante muchos años en su descenso a los infiernos literalmente. Atraído por la esposa de su amigo George Harrison, se debate en un amor loco imposible, que lo lleva a relacionarse con la hermana menor de Pattie, con tal de estar cerca de ella. Su carrera estará marcada por el constante cambio de grupos, músicos y sexo con toda clase de mujeres alrededor de él. Cuando finalmente Pattie Boyd se separa de Harrison y llega a su vida, la arrastra a este círculo vicioso ella tendrá que compartir y sufrir con sus excesos. Finalmente ella lo dejará también, en la búsqueda de su propia salvación. Clapton se sumerge áun más en sus dependencias, llegando al extremo de consumir dos botellas de brandy, tres cajetillas de cigarros al día y de pasar de la cocaína a la heroína. En su descenso se lleva a varias personas, mujeres sobre todo que le conseguían la droga ante la imposibilidad de salir.

Es sorprendente descubrir a cuantos conciertos acudió totalmente borracho o drogado, como el de Bangladesh y como se las ingeniaban sus ayudantes para mantenerlo consciente. Asimismo en las grabaciones de sus discos. Finalmente aceptará su dependencia y se recluye en una clínica de desintoxicación adonde regresará una segunda vez, después de otra dramática recaída. La tragedia lo alcanza cuando en Nueva York, su hijo Connor, producto de una relación fugaz con una italiana cae accidentalmente de un departamento. En lugar de caer en la depresión o la drogas, se redime componiendo Tears in heaven y se impone una sobriedad que mantiene hasta nuestros días.

Hoy Pattie Boyd es una exitosa fotógrafa que vive Sussex, Inglaterra sin pareja que se le conozca. Eric Clapton vive en las afueras de Londres, está casado y tiene cuatro hijas, a las cuales les dedica el mayor tiempo posible.

17 dic 2007

DESAPARECIDA UNA NOCHE


En un equipo de rodaje, el fotógrafo y los actores son quienes están más cerca de comprender el trabajo del director. Por ello no es extraño que algunos se dediquen a la dirección de una película. Los fotógrafos normalmente se dedican al cine de acción o a cintas comerciales, como es el que caso de Jon de Bont y algunos otros que escapan a mi memoria. Los actores en cambio realizan cintas más personales y ejemplos hay varios; Robert de Niro, Jack Nicholson, Clint Eastwood, Al Pacino o Sean Penn. Unos y otros con aciertos y fracasos. Hay quienes dirigieron una con gran acierto, como Charles Laugthon con “La noche del cazador” y otros como Marlon Brando que fracasaron con su película “One-Eyed Jacks”. Nada hacia suponer, sin embargo, que un actor muy limitado como lo es Ben Affleck se pusiera detrás de las cámaras para debutar como director con “Gone baby Gone” o “Desaparecida una noche”, basada en una de las cuatro novelas con la misma pareja de detectives, de Dennis Lehane, quien es además autor de “Mystic River” y que Clint Eastwood llevara con éxito a la pantalla también.


La cinta narra el secuestro de una niña en un barrio de Boston, pasados tres días la familia de la niña contrata a un par de jóvenes detectives para que ayuden a la policía con información hacia adentro del barrio. No solo trabajan como socios, sino como pareja sentimental también, y desde el inicio ambos tendrán posiciones encontradas sobre involucrarse en la investigación. El jefe de la policía local los pone en contacto con dos veteranos detectives que llevan el caso y la investigación entra en un espiral donde nada significa como parece. Las pruebas están frente a nosotros y deberemos ir descubriendo como interpretarlas juntos con los investigadores.
La cinta presenta un barrio de Boston corrupto y violento, donde todo mundo esconde secretos y se encuentra conectado con la drogadicción y la familia disfuncional, algo que ocurre hoy en día en los Estados Unidos. Ben Affleck conoce muy bien Boston y sus alrededores, pues ya con Mark Damon, habían logrado un retrato muy logrado de la clase trabajadora, en la cinta “Good will hunting” con la cual obtuvieron el Oscar al mejor guión.


Apoyado en un reparto de actores veteranos como Morgan Freeman, Ed Harris, Amy Madigan, John Ashton y Amy Ryan, recientemente nominada al Golden Globe por su actuación en esta cinta y, sobre todo por la pareja de Casey Affleck y Michelle Monaghan, como los improbables detectives, más dedicados a casos de bancos y problemas familiares que a delitos mayores, Ben Affleck construye una cinta donde la posición moral de los personajes es vital para ir desgranando la maraña de mentiras que están alrededor del secuestro. Y es esta parte del guión, lo que hace interesante y lograda la cinta. Como en las grandes novelas del género negro, el detective tendrá que poner a prueba su moral ante los sucesos que le toca descubrir, aunque el costo de ello sea doloroso.


La película cuenta con algunos momentos que se resuelven de manera apresurada con elipsis y pocas explicaciones, como algunas acciones del detective, de las cuales logra salir sin más investigación o acusación policíaca. El papel de los medios sobre el secuestro solo se utiliza parcialmente y en ocasiones es poco creíble que la madre y los detectives actúen frente a la prensa sin ser interrogados o asediados. La voz en off se utiliza al inicio y luego no se retoma nunca más. El personaje de la tía, desaparece fácilmente para poder dar acomodo a la escena final, que por cierto es muy acertada. Salvo estos pequeños detalles, la cinta es muy consistente y lograda. Quizás el verdadero talento de Ben Affleck esté en la dirección y el guión, cuando menos esta cinta parece sugerirlo. Ya veremos.

11 dic 2007

COLIN WHITE MULLER in memoriam

El jueves 6 de diciembre falleció en la ciudad de México, Colin White Muller, Maestro destacado de la Facultad de Filosofía y Letras. Tuve ocasión de asistir al velorio y constatar el gran recuerdo que guardan de él innumerables familiares, amigos y alumnos que tuvieron la fortuna de conocerlo. Nunca tuve la ocasión de tratarlo personalmente, sin embargo, su influencia siempre estuvo presente conmigo, gracias a mi hija Miranda, quien compartió generosamente su admiración y amistad cercana, que mantuvo durante años con él y su familia. No encuentro mejor manera de recordarlo, que traer este texto que ella escribió hace algún tiempo, y que hoy es un texto obligado de referencia, en blogs y periódicos, sobre tan excepcional maestro. J.R.

Foto Miranda Romero


COLIN WHITE MULLER

Por Miranda Romero


Nació con el don de la risa y
con la impresión de que el mundo
estaba loco, y ese fue todo su
patrimonio.

Scaramouche, Gabriel Sabatini

Está sentado frente a mi. Es delgado, todo su pelo es cano y su rostro surcado de arrugas es como un mapa de rutas marinas. Tose frecuentemente por el humo del cigarro y el polvo de las minas acumulado en sus pulmones, y que seguramente terminará costándole la vida. Aún así es un hombre capaz de gobernar un barco él solo y de llevar el timón de un salón de clases.
Su padre y su madre pertenecían a la clase obrera de un pequeño pueblo al sur de Londres. Corría el año de 1932 y se empezaba a sentir en el aire la amenaza de la nube fascista que devastaría Europa. Se mudó con su familia en el 39 a la capital, pero debe abandonarla pronto junto con su hermano, debido a los bombardeos. Su padre marcha al frente por lo que se convierte en el jefe de familia, dividiendo su infancia entre Gales, Escocia e Inglaterra.
Asiste a la secundaria en una escuela de gobierno, de la que conserva muy buenos recuerdos y al terminarla es aceptado en la Universidad de Cambridge. Antes de partir a la Universidad debe hacer el servicio militar, que lo llevaría a entrenar soldados destinados a luchar en Corea. En un momento decisivo en su vida resuelve dejar atrás Cambridge; por lealtad permanece con su regimiento y parte él también hacia Corea. Sin embargo, es herido, debe regresar a casa y como algo predestinado, termina por ingresar a la Universidad.
Estudia Letras Inglesas con las figuras mas influyentes en el ámbito cultural de la época. En las vacaciones trabaja como minero en túneles en Escocia, también como leñador y ocasionalmente en granjas, segando campos. Al terminar la Universidad continúa como minero, en unas de las pocas decisiones de las que se arrepiente en su vida, me dice mientras deja vagar la mirada, sin encontrar todavía una respuesta.
En 1956, su postura política en torno a los problemas del Canal de Suez, lo hacen partir molesto de Inglaterra. Toma rumbo a Canadá, donde lleva la vida dura que nosotros leemos en las novelas de aventuras de Jack London o Pérez Reverte. Trabaja como minero sacando plata, hasta que los precios bajan y se ve obligado a regresar a la profesión de leñador, lo que le agrada mucho, pues realmente le gusta el bosque.
Debido a una nevada imprevista se ve sin trabajo paseando un día por Vancouver cuando ve un póster invocador: México, decía de manera enigmática. Sin pensarlo mucho, se dirige a la terminal de camiones y pide un boleto para Veracruz, única referencia que tiene gracias a una película con Gary Cooper y Burt Lancaster. Ahí conoce a la mujer que lo ha acompañado a partir de entonces en todo su peregrinaje. Regresa a Canadá donde gana algo de dinero jugando cartas y se establece más tarde de manera definitiva en México. Por motivos de trabajo se viene a la capital, donde colabora con Juan Ibáñez y Carlos Fuentes como traductor en una serie de guiones, reminiscencias de cuando era crítico de cine en la Facultad.
Da clases en la Facultad de Ingeniería en la UNAM y después se pasa a Filosofía y Letras, a la carrera de letras Inglesas. Molesto, otra vez, por la situación en el movimiento estudiantil del ´68, deja la escuela por un par de años para construir su primer barco, el cual le es quitado por el gobierno, en un incidente del cual no habla mucho, lo que no le desanima y al poco tiempo inicia la construcción de otro.
Regresa a la UNAM en el ´74 y ahí permanece desde entonces, inspirando a generación tras generación, convirtiéndose en el mentor de muchos, incluyendo a quien escribe estas líneas. Hay muchas cosas que desconozco de él, pero sé que le gusta Keats, que aunque finja lo contrario adora a sus alumnos, que toma su café con mucho azúcar y piensa qué nosotros los jóvenes leemos muy poco. También sé que usa la misma corbata desde hace muchos años, misma que le regaló un alumno que murió joven y que como todos los que vieron sus vidas terminadas muy pronto, permanece en la memoria de Colin.
Dice que ahora nos preocupamos mucho por ser, que él no desearía haber sido nada más, que está contento con hacer. Ha hecho lo que quiere, pero cuando le pregunto que cosas le hubiera gustado hacer me contesta firme: todo. Es feliz en México, se sabe afortunado, pero ahora sentado frente a mi, veo el brillo en sus ojos cuando habla de su tierra, pero no deja traslucir nada con su característica flema británica.
Ahora finalizó la construcción de su tercer barco y lo tiene anclado en Isla Mujeres, listo para zarpar, en lo que promete ser un viaje a la isla caribeña de Cuba. Solo, pues navega en soledad.

8 dic 2007

México Distrito Federal

Viví por más de treinta años en la gran urbe de la ciudad de México, hace unos meses inicié una nueva travesía y ahora atraco en el puerto de Veracruz. Asuntos administrativos y personales me traen al Distrito Federal y en esta ocasión el choque citadino es más fuerte que en otras ocasiones. Supongo que el mes de diciembre "ayuda" al caos en que está metida la gran metrópoli, o será que la armonía porteña ya hizo raices en mi y ahora el asfalto defeño me saca de quicio. Dicen los amigos que me notan preocupado, irritado, impaciente, les contesto que la ciudad es más caótica ahora que hace meses y me dicen que sigue igual. Sin embargo, los taxistas me platican, tengo la costumbre de conversar con ellos en mis viajes, que la ciudad está más conflictiva en muchos sentidos. Ofertas navideñas en centros comerciales, "horas pico" más acentuadas, exceso de automóviles, obras por todos lados y por si fuera poco, trámites administrativos en oficinas públicas han contribuido para que mis amigos observen mi irritación. Ante este caos, pongo en la balanza, el teatro, el cine, la librería, la tienda de música, los amigos y mi hija, para sobrevivir a este acelerado ritmo que impone la gran Metrópoli. El tiempo me rinde poco y es imposible atender varios asuntos o amistades en un solo día y, además , pues está el propio shopping que me llevo al puerto, para compartir con familiares y amigos. A pesar de este caos, existen grandes ventajas en la vida de la ciudad de México, sin embargo me llama el mar y el sol de la tierra veracruzana. En un par de días espero atracar en el puerto. Fotografía de Aden Garibay

4 dic 2007

RASHID 9/11


En el teatro El Galeón de la ciudad de México se representa la obra de Jaime Chabaud; Rashid 9/11, que narra la historia de un viudo, Rashid, que vive con su único hijo, en compañía de un hermano y la cuñada. Testigos y cómplices del atentado a las torres gemelas en Nueva York exploramos con ellos, a través de una anécdota ficticia, lo que se esconde detrás de esta familia en el acto que sacudió al mundo. El director Raúl Quintanilla dispone una puesta en escena muy brillante por momentos, apoyado por la extraordinaria escenografía de Philip Amand con tres pantallas y unas plataformas móviles que ambientan y dan juego a las diferentes acciones. Sobresale en el reparto Daniel Martínez, de gran presencia en el escenario, en su papel de Rashid, como el padre amoroso que se sacrificará por el hijo que tanto quiere. Martínez, quien en un doble papel personifica también a un General estadounidense, enfrenta con éxito, el reto de un personaje que requiere de diferentes estados de ánimo, en donde sobresalen la escena del avión pidiendo a Alá fuerzas para resistir la seducción de una bella joven, la discusión con el hermano quien se opone a su acción y la conmovedora escena de despedida con el hijo. La historia está contada en retrospectiva, en un largo flash back que cubre desde el atentado hasta el nacimiento del hijo nueve años antes; método que en el cine se ha explotado recientemente, pero que en el teatro adquiere una fuerza que impacta y conmueve. Las pantallas nos ofrecen la ambientación del interior de un avión, una mezquita, el desierto o las oficinas de un corporativo en Nueva York y de esta manera nos adentramos al corazón de las acciones. Sobresalen en el reparto también, José Sefami como el hermano de Rashid, Rosario Zúñiga como la tía Zulma así como Carlos Corona y Juan Carlos Vives como el par de reclutadores. Muy recomendable.