De la Antología de textos dedicados al elemento TIERRA, que recientemente publicamos los escritores de Tirant lo Blanc, esta es mi aportación.
LA CALLE 26 de José Romero
En el centro del estado de Veracruz, en la región de la sierra de Misantla, se encuentra el pueblo Landero y Coss. Es un pueblo fantasma. O al menos eso dicen.
Sin embargo se puede ver que hay casas bien construídas, o en proceso de ampliaciones, grandes pero vacías. Las calles pavimentadas con cemento hidráulico, limpias y solitarias. Es un pueblo habitado por ancianos, mujeres y niños. Y algunos hombres jóvenes, como Anselmo.
Recién llegó al pueblo después de una ausencia de casi dos años, viene de Chicago Illinois, en los Estados Unidos, adonde emprendió el viaje a los diez y nueve años en busca de mejores oportunidades para su recién iniciada familia. Trabajó en un pequeño restaurante griego como ayudante de cocina, hacia de todo, lavaba platos, limpiaba mesas, sacaba basura, lo que fuera, para todo era bueno y la paga era en dólares. Los fines de semana tomaba fotos en las fiestas y acontecimientos sociales de la comunidad veracruzana por esas tierras. Con aquella cámara que el tío Filiberto le regaló en su cumpleaños diez y ocho. Vivía en la calle 26, un barrio lleno de mexicanos, casi todos del estado de Veracruz.
Llegó a Landero y Coss en busca de su esposa Celsa y su pequeña hija Diosseline, a quien solo conoce por las fotos que Celsa le mandaba, pues emprendió el viaje a Chicago con ella apenas embarazada. Se fue a las tierras gringas como tantos otros en el pueblo, en busca de los dólares que allá se pagan. En Landero y Coss, casi todos los hombres agarran camino a esa tierra del norte, dejan en sus hogares a las mujeres o a los abuelos y les mandan dinerito en cuanto apenas lo ganan. Con ello van ampliando la casa o arreglando desperfectos, para cuando regresen, dicen ellos. Pero casi nadie regresa a este pueblo.
Anselmo vino por su esposas y la pequeña, para emprender el viaje otra vez, ahora con ellas a cuestas. Celsa está contenta del regreso de su marido, no comparte el entusiasmo del viaje, pero lo seguirá adonde él mande y diga, pues en el fondo sabe que en esta tierra metida en la sierra de nadie, no se come como Dios manda.
El domingo en la Iglesia, Celsa reza para que todo salga bien y lleguen sin contratiempos. Mira de reojo a su marido, lo nota cambiado, viste diferente, habla con palabras gringas y le nota la mirada mas dura que antes. Ahora es un hombre, su hombre, se dice. Anselmo sostiene a la niña entre sus brazos, dirige su mirada hacia su esposa y sonríe. Y entonces ella sabe que estarán juntos muchos años, no importa donde.
Por la noche mientras cenan con los padres de Anselmo, les platica de la calle 26 donde se encuentran tantos paisanos y gente del pueblo, de los grandes centros comerciales, de los coches y la paga en dólares por horas de trabajo. Pero también de la "migra", de la cual hay que cuidarse para que no lo retachen a uno. Celsa lo escucha en silencio, encuentra en sus palabras la fuerza para el viaje y la certeza de que llegarán a la calle 26 que tanto le platica.
Por la mañana muy temprano, Celsa se despierta y no encuentra a Anselmo a su lado, se levanta y sale al patio donde el olor a tierra húmeda y el aire fresco cubren la mañana. Descubre a su marido con la cámara en las manos, toma fotos de la casa y del patio, ella se acerca y lo interroga con la mirada, él sonríe y le dice que se lleva en las fotos la casa de sus padres, para tener presente donde jugaba de niño. Entonces Celsa se dirige a un lado de la casa, donde retoñan unas flores, toma un bote de aluminio y lo llena de esa tierra húmeda y negra, Anselmo se acerca a ella y, entre ambos llenan de tierra veracruzana sus ilusiones.
José disculpa que haya tardado tanto en leerte. Estos días son terribles. Todo el mundo de vacaciones, menos una servidora que anda recibiendo a todo el mundo con ganas de obtener esas vacaciones personales.
ResponderEliminarEste relato me ha recordado años atrás, cuando nosotros emigrábamos al centro de Europa.
Espero que todo vaya bien.
Besicos
Hola Nani: las labores del hogar nunca acaban por lo visto. Hoy hay migración por todos lados, no somos la excepción. Saludos
ResponderEliminar