7 may 2008
VIENDO PASAR LA VIDA # 3
PALOMAR, Lectura de una ola de Italo Calvino
El mar está apenas encrespado, olas pequeñas baten la orilla arenosa. El señor Palomar de pie en la orilla mira una ola, no está absorto en la contemplación de las olas. No está absorto porque sabe lo que hace: quiere mirar una ola y la mira. No está contemplando, porque la contemplación necesita un temperamento adecuado, un estado de ánimo adecuado y un concurso de circunstancias exteriores adecuado; y aunque el señor Palomar no tiene nada en principio contra la contemplación, ninguna de las tres condiciones se le da. En fin, no son "las olas" lo que pretende mirar, sino una ola singular, nada más; como quiere evitar las sensaciones vagas, se asigan para cada uno de sus actos un objeto limitado y preciso.
El señor Palomar ve asomar una ola a lo lejos, la ve crecer, acercarse, cambiar de forma y de color, envolverse en si misma, romper, desvanecerse, refluir. Llegado a ese punto podría convencerse de que ha llevado a término la operación que se había propuesto e irse. Pero aislar una ola separándola de la ola que inmediatamente la sigue, y como si la empujara y por momentos la alcanzara y la arrollara, es muy difícil, así como separarla de la ola que la precede y que parece llevársela a la rastra hacia la orilla, cuando no volverse en contra como para detenerla. Y si se considera cada oleada en el sentido de la anchura, paralelamente a la costa, es difícl establecer hasta donde se extiende ininterrumpidamente el frente que avanza y dónde se separa y segmenta en olas que existen por sí mismas, distintas en velocidad, forma, fuerza, dirección.
En una palabra, no se puede observar una ola sin tener en cuenta los aspectos complejos que concurren a formarla y los otros igualmente complejos que provoca. Estos aspectos varían continuamente, razón por la cual una ola es igual a otra ola, aunque no sea inmediatamente contigua o sucesiva; en una palabra, hay formas y secuencias que se repiten, aunque estén distribuidas irregularmente en el espacio y en el tiempo. Como lo que el señor Palomar pretende hacer en este momento es simplementte ver una ola, es decir, captar simultáneamente todos sus componentes sin descuidar ninguno, su mirada se detendrá en el movimiento del agua que bate la orilla hasta ser capaz de registrar aspectos que no había captado antes; apenas comprueba que las imágenes se repiten, sabrá que ha visto lo que quería ver y podrá abandonar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Puedo admirar la belleza del texto y mas de una vez haberlo experimentado, sin saber expresarlo con palabras.
ResponderEliminarNo soy poeta y mucho menos narradora, solo soy yo.
Aquí estoy.
Hola Desirée !!!
ResponderEliminarMe has encontrado al fin.
Bienvenida. Saludos
Que bonito texto y que bonito video. Me encanta ver moverse de esa manera el agua del mar, pena que soy de tierra adentro y solo tengo esa oportunidad muy de tarde en tarde.
ResponderEliminarBesicos
El texto y las imagenes provocan una sensación de paz, de sosiego. Pasaría horas contemplando las olas, especialmente en invierno.
ResponderEliminarMe produjo una especie de nostalgia esta entrada.
Un saludo.
Nanni; Me alegra haber llevado el mar hasta tu tierra. Saludos
ResponderEliminarMiguel; después de una caminata vigorosa me puse a disfrutar el oleaje, y recordé el libro de Calvino. El mar siempre calma mis jornadas atribuladas. Un abrazo.
ResponderEliminar