La mujer esperó a que saliera la esposa y la siguió en su trayecto, primero hacia la escuela donde dejó a la niña, después al gimnasio y al salir, hacia el supermercado a la compra de víveres. La esposa regresó a su casa y la mujer estacionó el auto frente al hogar de su amante. Se tocó el vientre abultado por el embarazo de unos meses y pensó que ella debía llevar esa vida que acababa de seguir cuidadosamente. Luego bajó del auto y se dirigió a tocar el timbre.
Exacto minirrelato. Esa persecución, espiando la vida que anhela como propia. Y el final abierto, preludio de la confrontación que cada lector ha de imaginar. Buen texto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo Miguel; que el minirrelato se enriquece más con el final abierto que con la vuelta de tuerca. Gracias por el comentario. un abrazo
ResponderEliminarSí, señor: sugerencia, invitación a continuar la historia, a que el lector la haga suya. Todo un acierto.
ResponderEliminarPero ¿para qué se baja? caray...
ResponderEliminarAbrazos.
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